¿Por qué es importante servir?

¿Por qué es importante servir?

David Wilkerson

El orgullo se siente repelido por la idea del servicio. Hoy en día, todos quieren ser cualquier cosa menos un sirviente. Un juego infantil popular en Estados Unidos se llama "Amos del Universo". Este también se ha convertido en la teología de muchos cristianos.

Citamos con arrogancia este versículo bíblico: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7). Lo que Pablo realmente dice es que un hijo que ha recibido la educación correcta sabe que legalmente es hijo del rey con todos los derechos, pero ama tanto a su padre que elige el rol de siervo. Pablo también dijo que era “siervo” de Jesucristo (ver Romanos 1:1), y Santiago se llamó a sí mismo siervo de Dios y del Señor Jesús (ver Santiago 1:1).

Un siervo no tiene voluntad propia; la palabra de su amo es su voluntad. La cruz representa la muerte de todos mis planes, ideas, deseos, esperanzas y sueños. Sobre todo, significa la muerte absoluta de mi propia voluntad. Esta es la verdadera humildad. “Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8). Él les había dicho a sus discípulos: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). En otras palabras: “Me niego a tomar las riendas de mi vida. ¡Espero oír todas las instrucciones de mi Padre!”.

Una de las mayores trampas para los cristianos es una buena idea que no es la mente de Dios, una buena estrategia que no proviene de él, un plan bien concebido que no es suyo. ¿Puede tu deseo sobrevivir a la cruz? ¿Puedes alejarte de él y morir a él? Debes poder decir con honestidad: “Señor, tal vez no sea el diablo quien me detiene, sino tú. Si esta no es tu voluntad, esto podría destruirme. Lo entrego a la cruz. ¡Hazlo a tu manera, Señor!”.

Juan escribió: “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17). Todo verdadero cristiano debe estar dispuesto a decir: “Quiero hacer su voluntad”.