El enemigo busca, por encima de todo, sacudir nuestra paz. Por eso lanza distracciones, desaliento y miedo a nuestro camino, esperando hacernos tambalear y dudar.
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.
IsaÃas 26:3 (RVA-2015)
La notificación iluminó la pantalla de mi teléfono. Sentà un nudo en la garganta mientras me acercaba a tomarlo. ¿Y si son malas noticias? Las palabras se distorsionaron: «Sus resultados son anormales; se requiere un estudio adicional».
Mientras mi mente se aceleraba, llenándose de los peores escenarios posibles, una ola de calor me recorrió, y por un momento me quedé inmóvil.
Entonces, suavemente y casi sin pensarlo, comencé a tararear un himno viejo. «Tengo paz como un rÃo…».
Necesitaba esa paz. Asà que busqué en las Escrituras y encontré IsaÃas 26:3: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado”.
Este versÃculo también me recordó a Efesios 6:15, donde el Apóstol Pablo describió el calzado de la paz como parte de la armadura de Dios.
En el primer siglo, cuando Pablo escribió esas palabras, los soldados romanos utilizaban un calzado resistente, mitad bota, mitad sandalia, llamado caligae. Diseñados para la guerra, los caligae tenÃan suelas gruesas, reforzadas con tachuelas de hierro afiladas e incrustadas. Este no era un calzado pensado para su comodidad, eran armas por derecho propio. Las tachuelas se aferraban al suelo, impidiendo que los soldados resbalaran en medio del combate y permitiéndoles marchar por kilómetros. En batalla, esas mismas tachuelas les permitÃan arrollar a sus enemigos caÃdos.
Ese calzado era esencial para la supervivencia de un soldado. Sin él, sus pies podÃan ser fácilmente heridos por objetos afilados en el campo de batalla. Pero con los pies firmemente asegurados, el guerrero podÃa avanzar con confianza, preparado para cualquier terreno o enemigo al que se enfrentara / enfrentase.
Quizás es por esto que Pablo nos dice “y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz” (Efesios 6:15, NVI). Nuestras batallas espirituales requieren un paso firme.
El enemigo busca, por encima de todo, sacudir nuestra paz. Por eso lanza distracciones, desaliento y miedo a nuestro camino, esperando hacernos tambalear y dudar. Pero el evangelio nos da firmeza. Nos ofrece estabilidad cuando la vida se siente caótica, perseverancia cuando el camino es largo y protección cuando el enemigo intenta derrotarnos. Nos mantiene avanzando, cuando todo en nosotras quiere retroceder.
Dime, ¿qué está intentando desviarte del camino hoy? ¿Un diagnóstico difÃcil? ¿Una relación rota? ¿El peso de la incertidumbre de este mundo?
Este es tu recordatorio de que Jesús Mismo es tu paz (Efesios 2:14). Él ya fue delante de ti. Él ha hecho el camino firme, y cuando tu mente está fija en Él, Él te mantendrá en perfecta paz.
No importa a qué te enfrentes hoy, puedes respirar profundamente, confiar plenamente, y caminar con seguridad en Su paz.
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