LO ÚLTIMO

domingo, 15 de junio de 2025

Dios no está enojado con tu lucha

Aunque Jesús luchó, decidió obedecer. Jesús se rindió ante Su Padre. Siempre siguió el camino de Su Padre.

Yendo un poco más allá, se postró rostro en tierra y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
Mateo 26:39 (NVI)

En mi opinión, ella estaba equivocada. Mi amiga reaccionó de forma exagerada y atacó mi carácter. Entonces, ¿por qué, siendo yo la herida, Papá Dios me pedía que me disculpara?

Sentí que Dios y yo estábamos en una lucha libre. Dios quería que pidiera perdón, pero me costaba hacerlo. ¿Acaso Dios estaba enojado conmigo?

Luego, al leer Ester 4, vi que Ester también luchó por obedecer. Mardoqueo le ordenó “presentarse ante el rey para suplicarle compasión e interceder a favor de su pueblo” (Ester 4:8b, NTV). Ester primero respondió enfatizando lo que todos en el reino sabían: si se acercaba al rey sin ser invitada, podía perder la vida (Ester 4:11). En otras palabras, no, no voy a ir.

Imagínate la lucha en el corazón de Ester. Luchando consigo misma, con Mardoqueo y con Dios. La Biblia no nos dice cuánto tiempo pasó, quizás pasaron minutos, horas o días. Lo que sí sabemos es que Ester finalmente se rindió y eligió obedecer.

Al leer su historia, tuve mi propio momento de lucidez: Dios no se enoja cuando luchamos por hacer Su voluntad. ¿Cómo lo sé? Porque Su Hijo también luchó.

Antes de ir a la cruz, en el huerto de Getsemaní, Jesús “se postró rostro en tierra y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú»” (Mateo 26:39). Aunque Jesús luchó, decidió obedecer. Jesús se rindió ante Su Padre. Siempre siguió el camino de Su Padre (Juan 5:19).

Es posible que hayamos tenido padres terrenales que estaban impacientes por una resolución rápida y nos obligaron a obedecer o pedir perdón rápidamente. Tal vez se enojaban cuando no actuábamos de inmediato. Y todas hemos sido impacientes con nuestros propios hijos y también con los demás. Pero a veces, en nuestras demandas de obediencia rápida, nos perdemos de aprender a luchar y a hacer lo correcto cuando es difícil.

En cuanto a mi amiga, me tomó tiempo rendirme al susurro de Dios. Pero Él fue paciente conmigo. Y cuando obedecí, sentí una liberación porque la lucha había terminado.

Tú y yo podemos pasar tiempo con el Padre, aprendiendo Su Palabra, escuchando Su voz llena de ternura animándonos y capacitándonos para confiar en Él, especialmente cuando la obediencia es difícil. Él no se enoja cuando luchamos, sino que está aquí para ayudarnos a dejar de tratar de controlar el resultado y rendirnos a Su buen plan y propósitos.

Nuestro Padre está de nuestro lado para ayudarnos, “pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Filipenses 2:13, NVI).

Por: Linn Cowell

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Llena el siguiente formulario tienes algo que decirnos, una petición por la que quieras que oremos o un artículo que quieras que aparezca en este sitio web.

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *