Romanos 12:18 (NVI)
Soy fuerte. Soy paciente. Soy leal hasta el extremo. Mi amor es lo suficientemente sólido para resistirlo todo. No me rindo. No me escapo.
Algunas de mis mejores cualidades no parecen encajar con alguien que llega a un punto en una relación donde ya no es sostenible continuar. A veces me resulta difícil el versículo Romanos 12:18: “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos”.
Pero recientemente comprendí que la frase “si es posible” implica que a veces no es posible reconciliarse. Yo quería que la reconciliación fuese el final de la historia de mi matrimonio. Aunque al principio hubo algunos pasos hacia adelante, al final fueron demasiados los retrocesos que no se alineaban con una reconciliación posible. Se volvió dolorosamente evidente para mí, mi consejero y los pastores que me acompañaban en esa temporada, que mi matrimonio no iba a sobrevivir.
Tuve que enfrentar la desgarradora realidad de que una persona en un matrimonio puede desear la restauración con todo su corazón, pero a menos que ambas estén dispuestas a regresar humildemente y a hacer el trabajo, a veces debemos aprender a seguir adelante cuando nuestro matrimonio no lo hace.
Si hoy te encuentras en ese mismo lugar, quiero animarte con algunas verdades tomadas directamente de mi diario que creo que pueden ayudarte mucho:
1. La redención con Dios es posible aun cuando la reconciliación con otros no lo sea.
Una de las lecciones más difíciles pero más alentadoras que he aprendido es que Dios todavía puede hacer que nuestra historia sea hermosa, aun si no termina como pensábamos. Debemos tener cuidado de no confundir redención con reencuentro. El reencuentro o la reconciliación requiere que ambas personas estén dispuestas a vivir en la verdad y a hacer el trabajo arduo con humildad. Los malos comportamientos y los patrones destructivos deben cesar para que la reconstrucción pueda comenzar. A veces esto es posible. A veces no.
Pero recuerda; aunque la reunión no sea posible, todavía puedes seguir adelante y vivir una historia redentora. La redención es entre tú y Dios. Dios puede redimir tu vida, incluso si se ve muy distinta a como esperabas y orabas que resultara.
2. Podemos perdonar incluso si la relación nunca se restaura.
Mereces dejar de sufrir por lo que otra persona te hizo. El perdón, aunque es increíblemente difícil, es la receta de Dios para que sane el corazón humano. La amargura, la ira y el resentimiento pueden sentirse bien en el momento, pero a largo plazo nos convierten en alguien que nunca debimos ser. No queremos darle ese tipo de poder a quien nos ha herido tan profundamente. Sus acciones no tienen por qué cambiarnos para mal.
Y no hace falta esperar a que reconozcan lo que hicieron o que se disculpen. Esa es su decisión. Pero nuestras decisiones ya no están ligadas a sus acciones. Podemos elegir sanar, elegir avanzar de maneras saludables y elegir tener una vida maravillosa al cortar los lazos de la falta de perdón. El perdón no siempre se trata de restaurar una relación humana, sino de obedecer a Dios.
3. Solo serás responsable de lo que tú dices y haces.
Cuando estamos en una situación difícil y nuestro corazón está completamente roto, a menudo nos encontramos diciendo y haciendo cosas que traicionan quiénes somos en realidad. Pero uno de los mejores consejos que he dado a algunas amigas es este: demuéstrales que se equivocan. Esto no es una declaración sobre la otra persona, sino una afirmación de dignidad sobre ti. Recuperar tu dignidad y redimir tu integridad es tu elección de ahora en adelante.
4. Lo que pasó en tu matrimonio no es la suma total de lo que realmente eres.
Tu matrimonio fue una parte significativa de tu vida, pero no es toda tu historia. Y mientras tengas aliento en tus pulmones y vida por vivir hoy, mereces vivir. Mereces sanar. Mereces ir más allá de todo este dolor. Y es crucial recordar que la meta de seguir adelante y buscar el perdón no es la perfección. Es el progreso.
La señal del progreso es reconocer que puedes estar herida por todo esto, ofendida o desequilibrada emocionalmente, pero puedes dejar que el dolor trabaje a tu favor en lugar de obrar en tu contra mientras recuperas la confianza en quién eres realmente en Jesús.
Amiga, si quieres sanar y soltar lo que te duele, es 100% tu decisión. Los pasos necesarios son tuyos para dar. Puedes seguir adelante desde aquí. De una manera que honre a Dios. De una manera saludable. La sanidad está disponible para que la tomes y para que la guardes.
Querido Señor, estoy mirándote para que me sostengas cerca y me guíes en la próxima etapa de mi vida. Ayúdame a soltar algunos recuerdos, conservar otros y hacer las paces con todo lo que pueda. Sé que no puedo hacer nada de esto por mi cuenta, pero con Tu ayuda, la sanidad es posible. En el Nombre de Jesús, Amén.
Por: Lysa Terkeurst
Fuente: www.proverbs31.org

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