¿He descuidado algo que Dios me ha pedido? No quiero que nada en mi vida impida lo que Dios quiere que haga.
Dios siempre lleva a su pueblo a este punto de reflexión. ¿Por qué? Porque antes de poder hacer realidad lo mejor de sí, él tiene que hacer algo en lo más profundo de nosotros. Quiere darnos su victoria, pero también quiere nuestra devoción total.
Los primeros seis capítulos de Josué describen la obra gloriosa que Dios hizo entre su pueblo durante unos pocos años. Israel acababa de ser liberado después de 400 años de esclavitud y emergió de 40 años de vagar por el desierto. Después de todo esto, Dios los había bendecido. Ahora, estaban en la frontera de Canaán, la tierra de la que fluía leche y miel que Dios les había prometido años antes.
Entonces cruzaron al otro lado, ¿y qué sucedió? Inmediatamente, Josué se dirigió a la generación más joven de hombres y los apartó para Dios. Las Escrituras usan la palabra “circuncidados” para describir su preparación, pero el significado más profundo es “fueron preparados”.
¿Por qué hizo esto Josué? Cuando cruzaron, se encontraron con los muros gruesos e impenetrables de Jericó. Para los israelitas, conquistar a este enemigo sería imposible, pero Dios les estaba diciendo: “Los he bendecido estos últimos años. Han experimentado mis increíbles riquezas, pero su obra aún no ha terminado”.
¿Cómo se prepararon los israelitas para esta batalla? No afilaron sus espadas ni lustraron sus armaduras. En cambio, la preparación se llevó a cabo dentro de sus corazones. Dios les ordenó que rodearan la ciudad, cantando canciones, orando y esperando en Él. Finalmente, les hizo alzar sus trompetas y dar un solo toque. ¡En un instante, esas poderosas murallas se derrumbaron!
Josué y sus hombres realizaron grandes hazañas, derrotaron a sus enemigos, heredaron mayores tierras y obtuvieron victorias como nunca antes. De hecho, Josué hizo algo que ni siquiera Moisés hizo: derrotó a treinta y un reyes, diez veces más que el número de reyes que Moisés había derrotado.
Amigo, creo que esta es una imagen de lo que el Señor quiere hacer en todas nuestras vidas. Él quiere multiplicar por diez nuestra fe, derramar su Espíritu de maneras asombrosas y hacernos creer que Él quiere hacerlo todo. En resumen, quiere que poseamos una fe tenaz e inquebrantable.
Fuente: worldchallenge.org
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