Asà diréis a EzequÃas, rey de Judá: “No te engañe tu Dios, en quien tú confÃas, diciendo: ‘Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria’. He aquà que tú has oÃdo lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, que las han destruido. ¿Y escaparás tú?”. IsaÃas 37:10-11
Esta comunicación vino en forma de una carta a EzequÃas. Claramente, la intención de dicha misiva era el mantener su corazón temeroso y ansioso. Era una amenaza para el futuro, diciendo que, aunque el rey de Asiria se habÃa ido de momento, volverÃa de nuevo a cometer una terrible venganza sobre Judá. Si EzequÃas hubiese entendido el mensaje de esa forma, hubiera vivido en constante temor.
Es muy importante para el cristiano entender que Dios no quiere que Su pueblo viva en temor. El temor es uno de los grandes peligros de nuestro dÃa. La ansiedad nos acosa en todas partes. Necesitamos oÃr de nuevo las palabras de Jesús de que no deberÃamos estar ansiosos por el mañana. Una y otra vez el Señor les dijo a Sus discÃpulos: “No temáis”. Pablo nos dijo que Dios no nos habÃa dado un espÃritu de cobardÃa, sino de poder, de amor y de dominio propio. No tenemos el poder de eliminar estas amenazas, pero podemos enfrentarlas con fe. Esto es lo que hace EzequÃas. EzequÃas recibió la carta de manos de mensajeros y la leyó; y EzequÃas ascendió a la casa del Señor y la extendió frente al Señor. ¿Alguna vez has ido a tu dormitorio, te has puesto de rodillas y has extendido el problema ante el Señor? Ésta es la única respuesta apropiada frente a una amenaza a tu persona o a tu fe. He aquà la maravillosa oración del rey:
«Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. Inclina, Jehová, tu oÃdo, y oye; abre, Jehová, tus ojos, y mira. Escucha todas las palabras que Senaquerib ha enviado a decir, para blasfemar contra el Dios viviente. Ciertamente, Jehová, los reyes de Asiria han destruido todas las tierras y sus comarcas y han entregado los dioses de ellos al fuego, porque no eran dioses sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron. Ahora pues, Jehová, Dios nuestro, lÃbranos de sus manos, para que todos los reinos de la tierra conozcan que solo tú eres Jehová» (IsaÃas 37:15-20).
Date cuenta de la precisión de esta oración. EzequÃas presenta los hechos tal y como son. Asiria es una poderosa fuerza que ya ha destruido otros reinos, pero estas naciones dependÃan de Ãdolos para su protección, mientras que EzequÃas y Judá dependen del Señor de los cielos y la tierra. Es a Él al que EzequÃas ora, simple y sencillamente, pidiendo ayuda.
Señor, vengo a Ti y expongo ante Ti todos los problemas a los que me enfrento. Confieso que sin Ti estoy completamente indefenso, pero Tú eres el Dios que hizo los cielos y la tierra. Da oÃdo, Señor, y oye; abre Tus ojos, Señor, y ve.
Aplicación a la vida
El temor es una respuesta normal al andar dÃa a dÃa en esta tierra de sombras; asà que, ¿estamos desarrollando una nueva “normativa” para exponer nuestros temores ante nuestro Rey soberano, que es “el Gobernador sobre todas las cosas”?
Fuente: RayStedman.org
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