¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando.
¡Él es mi salvación y mi Dios!
Salmo 42:11 (NVI)
El verano pasado compramos un perro nuevo porque no pude resistirme, especialmente después de que mi hija Missy dijera: «Mamá, ¡ya lo amo y él ya me ama!».
Bucky es el más dulce de nuestro grupo canino, ¡pero de cachorro era el "Señor Caca"! Como es el perro de Missy, acordamos que el entrenamiento para ir al baño recaería sobre ella. Estaba entusiasmada… hasta que empezó a levantarse con él a las 6 de la mañana todos los días.
Una mañana, ella se rehusó a levantarse. Esto provocó un depósito no deseado en una alfombra nueva, lo que dio lugar a una discusión animada entre madre e hija, lo que provocó que mi hija — normalmente amable y respetuosa — montara un berrinche y murmurara: «A veces quisiera que no fueras mi mamá».
¡Dios mío!, pasé por muchos momentos difíciles durante años para poder adoptarla de Haití. Le he dado todo mi corazón. Después de Jesús, ella es mi primera prioridad cada minuto de cada día. Así que su comentario petulante me dolió un poco, pero sabía que no lo decía en serio. Fue exactamente lo que susurró entre lágrimas de arrepentimiento durante nuestro abrazo largo, apenas minutos después de la crisis.
Por la pura gracia de nuestro Creador y Redentor, Missy es totalmente honesta. Ella no filtra sus emociones, porque ha aprendido que no necesita presentarme la versión más brillante de sí misma. Su posición en nuestra familia pequeña es más segura que dos fajas Spanx.
Lo mismo es verdad para con nosotras y Dios. No necesitamos presentarle nuestra versión más brillante a Él. No importa lo que estemos sintiendo, podemos ser honestas, así como el salmista que escribió el Salmo 42:11:
¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi salvación y mi Dios!
El Salmo 42 concluye con una proclamación de restauración, “lo seguiré alabando”, pero lo que más aprecio de los salmos de lamento como este, ¡es que Dios los permite ser incluidos en la Biblia en primer lugar! En lugar de repudiar a las personas desilusionadas, Dios permitió que los 59 “salmos tristes” de las Escrituras fueran Su invitación grabada para que seamos reales con Él: para ser honestas cuando nuestros corazones están pesados y no mostrar caras felices falsas.
Esta narrativa bíblica prueba una y otra vez que Su amor por nosotras es inmutable; no cambia. Esto significa que podemos compartir todo con Él: nuestra alegría, lágrimas, esperanzas, sueños, inseguridades, enojo y miedos… todo con la confianza absoluta que Él nunca nos dejará, abandonará ni dejará de amarnos.
Por: Lisa Harper
Autora de A Jesus-Shaped Life
No hay comentarios:
Publicar un comentario