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jueves, 15 de mayo de 2025

Cómo aferrarte a la esperanza en la oscuridad

Cuando estoy mirando a través de un manto de dolor, o una niebla de miedo, necesito ayuda para ver esperanza en mi futuro.

En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti en las vigilias de la noche.
Salmo 63:6 (NVI)

Una noche, una tormenta veraniega me dejó varada en la oscuridad junto a decenas de niños desconcertados.

Para la última noche de campamento, mis compañeros consejeros y yo decidimos sorprender a nuestros campistas con una fiesta en pijamas en la posada. Pero la verdadera sorpresa no fue la bola de discoteca colgada de las vigas, ni el concurso de karaoke. Fue el viento y la lluvia inclementes, que arrancaron ramas y cortaron las líneas eléctricas, dejándonos acurrucados en medio de un apagón.

La mayoría de los niños eventualmente se rindieron al sueño, pero no la pequeña niña inquieta a mi lado: «Odio este lugar», murmuraba, sollozando en silencio. «Nunca regresaré».

Esta pequeña amaba todo del campamento: los juegos graciosos, las peleas de almohada, nadar al amanecer y las caminatas nocturnas. Pero ahora, la oscuridad no solo nublaba lo que podía ver en el presente, también estaba apagando su visión del futuro.

Así que la invité a repasar algunos recuerdos de la semana anterior.

«¿Recuerdas cómo reímos cuando volcamos nuestra canoa?», le pregunté.

«Y cómo celebramos cuando ganamos el concurso de talentos», añadió ella.

Recordamos lo mucho que disfrutamos y las amistades que hicimos, las canciones que cantamos y las bromas que jugamos. Y aunque la oscuridad no se disipó de inmediato, la perspectiva de la pequeña campista comenzó a cambiar.

Décadas más tarde, aún recuerdo ese jueguito. No solo los apagones pueden dejarnos desorientadas en la oscuridad. Las tormentas de la vida pueden hacerlo también.

Cuando estoy mirando a través de un manto de dolor, o una niebla de miedo, necesito ayuda para ver esperanza en mi futuro. Cuando mi visión se distorsiona por la oscuridad de la decepción o las sombras de la incertidumbre, necesito una práctica espiritual que sostenga mi confianza, y proteja mi paz.

Afortunadamente, en Salmos 63, el Rey David reveló un hábito que lo sostuvo a través de la noche.

Después de ser forzado a abdicar su trono y huir por su vida, él escribió estas palabras sobre Dios mientras se escondía en el desierto de Judea: “En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti en las vigilias de la noche” (Salmos 63:6).

Al igual que la pequeña campista que no podía dormir, David practicó la disciplina de recordar. Mientras miraba hacia atrás a la bondad de Dios (Salmos 63:2), fue capaz de ver hacia adelante con esperanza a la fidelidad de Dios (Salmos 63:8-11), incluso antes de que su situación cambiara.

Amigas, podemos elegir hacer lo mismo.

Cuando nuestras circunstancias presentes amenacen con disminuir nuestra esperanza del futuro, repasemos nuestra memoria recogiendo destellos de la bondad de Dios y fragmentos de Su gracia.

Al hacerlo, descubriremos que recordar es más que una distracción divertida para niños durante una noche oscura. Es una práctica esencial para todas quienes anhelamos caminar por fe y no por vista.

Por Alicia Bruxvoort

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