Lea: Romanos 6:3-7
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, asà también nosotros andemos en vida nueva. Romanos 6:3-4
Siempre es interesante que cuando algunas personas oyen la palabra bautismo, inmediatamente huelen agua. Cuando yo era niño en Montana, tenÃa un caballo que podÃa oler agua de más distancia que cualquier otro animal que yo haya visto. Hay gente que es asÃ. Cuando leen estos pasajes y ven la palabra bautismo, huelen agua, pero no hay ninguna agua aquÃ. Éste es un pasaje seco.
Este pasaje está tratando, por supuesto, con la cuestión de cómo morimos al pecado, cómo nos separamos de estar en Adán, cómo nos unimos a Cristo. Ninguna agua puede hacer eso. Eso requiere algo mucho más potente que agua. Es, por lo tanto, una descripción para nosotros de lo que se llama “el bautismo del EspÃritu Santo”. Pablo escribió a los corintios: “Porque por un solo EspÃritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judÃos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo EspÃritu” (1 Corintios 12:13). Dice dos veces que todos los creyentes fueron bautizados en un solo cuerpo. Fuimos puestos en Cristo. No eres cristiano si esto no es cierto de ti. La gente hoy que dice que necesitas experimentar el bautismo del EspÃritu Santo después de convertirte en creyente no entiende las Escrituras. No hay forma de convertirse en creyente sin ser bautizado con el EspÃritu.
FÃjate en algunas cosas que Pablo dice sobre el bautismo del EspÃritu en este pasaje: Primero, dice que se espera que sepamos sobre ello. “¿No sabéis…?”, Pablo pregunta. Espera que estos cristianos romanos, que nunca le habÃan conocido o habÃan sido personalmente enseñados por él, supieran este hecho. Es algo que los nuevos cristianos deberÃan saber.
FÃjate también que el apóstol dice: “Asà es cómo morimos al pecado”. La gran declaración de este pasaje es que cuando nos convertimos en cristianos, morimos al pecado. Pablo todavÃa está discutiendo la cuestión: “¿Puede un creyente seguir pecando?”. “No”, responde Pablo, “porque murió al pecado”. ¿Cómo morimos al pecado? Es asà como morimos al pecado, Pablo explica: “El EspÃritu nos tomó y nos identificó con todo lo que hizo Jesús”. Eso significa que de alguna forma éste es un acontecimiento atemporal. El EspÃritu de Dios tiene la capacidad de ignorar los dos mil años desde la crucifixión y resurrección y de alguna forma identificarnos con ese momento cuando Jesús murió, fue sepultado y se levantó de entre los muertos. Participamos en esos acontecimientos. Eso está claro.
Por lo tanto, esto no es ficción teológica; es un hecho. Adán pecó, y nosotros pecamos. Adán murió, y desde entonces los hombres han muerto. El apóstol está diciendo que lo que era verdad en Adán ha sido ahora finalizado, y ahora estamos en Cristo, por fe en Él. Una vez las acciones de Adán nos afectaron; pero ahora lo que Cristo hizo se convierte en nuestras acciones también. Cristo murió, y nosotros morimos; Cristo fue sepultado, y nosotros fuimos sepultados con Él; Cristo se levantó de nuevo, y nosotros nos levantamos con Él. Asà que lo que es cierto de Jesús es cierto de nosotros. Aquà Pablo está tratando con lo que es probablemente la más extraordinaria y ciertamente la más magnÃfica verdad grabada en las páginas de las Escrituras. Es la verdad central que Dios quiere que aprendamos. Morimos con Cristo, fuimos sepultados, y nos levantamos de nuevo con Él. Esa unión con Cristo es la verdad de la cual todo lo demás en las Escrituras fluye. Si entendemos y aceptamos esto como un hecho, lo cual lo es, entonces todo será distinto en nuestras vidas. Es por eso que el apóstol lucha asà para ayudarnos a entender esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario