En vez de ser un día común y corriente, el 28 de enero de 1896 resultó ser todo lo contrario —un día descomunal y sorprendente— para un agente de policía del pueblo de Paddock Wood en el condado de Kent, Inglaterra. Mientras hacía su recorrido habitual en bicicleta, lo pasó velozmente —¡a casi 13 kilómetros por hora, cuatro veces la velocidad máxima permitida!— un conductor llamado Walter Arnold, que tampoco llevaba la escolta de banderas exigida en esos casos para desplazarse en una zona urbana en un vehículo motorizado. Y por si eso fuera poco, estaba conduciendo él solo un vehículo no tirado por animales, y en el que no aparecía su nombre y dirección, siendo que la ley también exigía que hubiera por lo menos tres personas al mando debidamente identificadas.
El policía desventajado no logró alcanzarlo para detenerlo y multarlo sino hasta después de perseguirlo durante unos 8 kilómetros, sin ocurrírsele jamás que el señor Arnold, a quien por fin había logrado cazar, habría de ser el primero en la historia de la automoción en ser multado por exceso de velocidad: ¡a 8 raudas millas por hora!
Lo que no debió haber sorprendido a nadie es que Walter Arnold no era un conductor común y corriente, sino uno de los primeros vendedores de vehículos de Inglaterra, y que aprovechó al máximo la publicidad que generó esa multa por exceso de velocidad manejando «un carruaje sin caballos».1 Tanto es así que tampoco habría sido sorprendente si Arnold, en el lugar donde otros ponían su nombre y dirección, hubiera puesto más bien una leyenda que rezara: «Si algún día la velocidad me mata, no llores porque estaba sonriendo», o que en tal caso hubiera pedido que en su lápida pusieran una placa con la inscripción jocosa: «Lo multaron tantas veces por exceso de velocidad que por fin le ofrecieron un pase de temporada.»
Sin embargo, por algo será que se haya popularizado el refrán que dice: «Más corre un galgo que un mastín, pero si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo.»2 Es que, en realidad, nuestra carrera no es de velocidad sino de resistencia. A eso se debe que el sabio Maestro del libro de Eclesiastés afirme que ha observado que «en esta vida no son los más veloces los que ganan la carrera», y que el autor de la Carta bíblica a los Hebreos sostenga que «debemos dejar de lado el pecado, que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia».3
Por último, hay otro dicho sabio que reza: «Si quieres andar y llegar rápido, anda solo; si quieres andar y llegar lejos, anda acompañado.» Más vale, entonces, que le pidamos a Dios no sólo que nos perdone y nos limpie de todo pecado, sino también que su Hijo Jesucristo nos acompañe durante todo el recorrido, tal como ha prometido hacerlo, para que al final de nuestros días podamos declarar al igual que el apóstol Pablo: «¡He terminado la carrera y me he mantenido fiel!»4
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1 Eleonora Pilastro, «Bizarre story of the horseless carriage charged with first speeding offence», Guiness World Records [Récords Mundiales Guiness], 29 enero 2024 <https://www.guinnessworldrecords.com/news/2024/1/ bizarre-story-of-the-horseless-carriage-charged-with-first-speeding-offence-763941> En línea 5 abril 2025; «First person charged with a speeding offence» [La primera persona multada por exceso de velocidad], Guiness World Records [Récords Mundiales Guiness] <https://www.guinnessworldrecords.com/world-records/ 414379-first-person-charged-with-a-speeding-offence> En línea 5 abril 2025; Miriam Bibby, «Walter Arnold and the World’s First Ever Speeding Ticket» [Walter Arnold y la primera multa por exceso de velocidad en el mundo], Historic UK [El Reino Unido Histórico] <https://www.historic-uk.com/HistoryUK/HistoryofBritain/ Walter-Arnold-Worlds-First-Speeding-Ticket> En línea 5 abril 2025.
2 José Luis Álvarez Martínez, Saber y sabor de los refranes españoles, Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Tomo XXVIII, Año 2020, pp. 78-79 <https://www.raex.es/images/boletin/XXVIII/03_JoseLuisAlvarez.pdf> En línea 5 abril 2025.
3 Ec 9:11; Heb 12:1 (TLA)
4 Mt 28:20; 2Ti 4:7; 1Jn 1:9
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