1 Corintios 10:11-13
No importa qué forma presente la tentación en nuestra vida, el enemigo emplea un proceso comúnmente utilizado para desviarnos del camino, y sigue siendo tan eficaz como siempre.
Primero, comenzamos a pensar en el objeto de nuestro deseo. Fantaseamos con él, imaginando cómo nos sentiríamos si fuera nuestro. Es importante preguntarnos si esto podría ser la señal de un intento de redirigir nuestro enfoque.
Luego, el pensamiento crece hasta convertirse en un deseo intenso, donde ya no basta con imaginar el objeto, sino que ahora debemos tenerlo en la realidad.
Finalmente, el deseo lleva a una elección. Aquí es donde tomamos la decisión: ¿Cederé a este pecado, o lo dejaré de lado y me someteré a la voluntad del Señor para mi vida?
Gracias al poder del Espíritu Santo, tenemos la capacidad de apartarnos en cualquier momento del proceso de tentación (2 P 1.3). Nunca estamos indefensos ante una situación, sin importar cuánta fuerza haya ganado.
¿Siente como si no tuviera poder para detener una tentación creciente en su vida? Comprender la naturaleza de este proceso puede ayudarle a tomar decisiones que glorifiquen al Señor.
Por: Charles F. Stanley
No hay comentarios:
Publicar un comentario