El rey David nos da algunas ideas en el Salmo 27 sobre cómo enfrentó sus temores. En los primeros tres versículos de este salmo, encontramos a David repasando algunas de las características de Dios. Escribió que Dios era su luz, su salvación y la fortaleza de su vida. Según la tradición literaria judía, el contexto de este salmo fue cuando David había huido de su hijo Absalón. Sus circunstancias eran terribles, pero en lugar de enfocarse inicialmente en el entorno peligroso en el que se encontraba, eligió enfocarse en Dios.
Seguramente habrás oído la vieja expresión: “Tiene una mente tan celestial que no sirve para nada en la tierra”. Supongo que la idea es que algunas personas pasan tanto tiempo hablando de cosas espirituales que nunca establecen una conexión con la realidad terrenal.
No fue así con David. El legítimo rey de Israel comprendió plenamente la gravedad de su situación. Su hijo estaba tratando de matarlo. Sin embargo, su primera reacción no fue la de trazar un plan de batalla. En cambio, su mente se dirigió al cielo mientras recordaba la bondad y el poder de su Dios.
Varias generaciones después, el profeta Jahaziel le recordaría al rey Josafat que “la batalla no es vuestra, sino de Dios”. Todos necesitamos que se nos recuerde esto. Y lo que es más importante, necesitamos recordarlo con regularidad. Cuando empezamos por centrarnos en nuestras circunstancias, nuestro corazón suele sentirse atraído por el miedo. Después de todo, nuestras circunstancias problemáticas son mayores que nuestros recursos humanos. Sin embargo, cuando empezamos por enfocarnos en Dios, nuestra fe se fortalece.
Uno de mis amigos más cercanos fue arrestado hace varios años por fundar una iglesia en un país con muchas restricciones. Me dijo: “Mark, no fue hasta que me encontré en el lugar más oscuro de la tierra que comprendí plenamente que Dios es mi luz”. ¿Qué desafíos enfrentas hoy? No estoy minimizando la naturaleza abrumadora de estas dificultades. Solo quiero recordarte que, si estás en Cristo, la batalla es, en primer lugar, de Dios. Así que, únete a mí hoy mientras repasamos el carácter de nuestro Salvador.
Fuente: worldchallenge.org
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